22 de August del 2011
Linda Bucay
Linda Bucay
El consumo de bebidas alcohólicas es un proceso aceptado por la sociedad en la que vivimos. Excepto por razones morales, religiosas o de salud, su uso es promovido como parte del proceso de socialización del día a día.
En el ámbito económico, su industrialización y consumo generan empleos y ganancias; desde la producción de granos, caña, agave y demás materias primas, hasta su proceso de destilación, fermentación, producción de envases, distribución, publicidad, pago de impuestos, etcétera.
Pero a diferencia del resto de productos o servicios que responden a estos mismos principios, las bebidas alcohólicas constituyen un caso particular. Desde el punto de vista médico, el alcohol es una sustancia que entra en la clasificación de droga por sus propiedades farmacológicas, psicotrópicas, y su potencialidad adictiva. Sin embargo, su influencia ha sido muy importante desde tiempos remotos en la vida social y religiosa de los pueblos – como es el caso de México – en las normas y rituales de los distintos subgrupos de la población, en el contacto ceremonial, en los mitos y creencias. De hecho, aún hoy en día, casi no existe ámbito de la vida mexicana con el que no estén asociadas las bebidas alcohólicas. El alcohol, del árabe alkuhi (esencia o espíritu) es la droga más consumida en el mundo. Aquella utilización que en un inicio tenía significados espirituales, dio paso a su consumo colectivo, que si se adapta a las restricciones o normas que prevalecen en un momento dado y en un grupo determinado, se reconoce como factor favorecedor de la convivencia. Desde entonces se distinguieron dos grandes categorías de consumidores; aquellos que beben dentro de las normas sociales de “responsabilidad” y los que desafortunadamente pierden el control.
Hoy, vivimos en una sociedad global en la que somos saturados de productos, comerciales, ideas y promociones, que están de alguna manera ligadas al consumismo. El alcohol entra en la categoría de “producto”, por ser una sustancia legal, y es parte de dicha información. Además, una de las dificultades para la detección del abuso de esta sustancia en particular, es notar el límite de cuándo comienza a ser un consumo problemático y deja de ser “normal”.
Por desgracia, altas proporciones de la sociedad presentan serios problemas de salud y en sus relaciones interpersonales por causa del consumo inmoderado de alcohol, que afecta de manera negativa no sólo a los que beben, sino a sus familias y al resto de la sociedad. Los efectos derivados de su consumo excesivo a un nivel individual, van desde una amplia gama de daños al organismo, incluyendo un amplio rango de lesiones al aparato digestivo, hasta daños irreversibles en el sistema nervioso, que pueden llevar a trastornos de salud mental o incluso a la muerte.
A un nivel interpersonal, debido al efecto tóxico directo que tiene en el cerebro, los niveles de juicio se ven alterados, trayendo terribles consecuencias en la realidad cotidiana: manejo de autos por parte de adolescentes alcoholizados que ocasionan accidentes de tránsito, así como conductas sumamente violentas o falta de cuidado en sus relaciones sexuales, aumentando la cantidad de embarazos no deseados y transmisión sexual de enfermedades.
Los datos que podemos encontrar en las estadísticas, son más que alarmantes, tanto en accidentes provocados por su abuso, como en el número de personas que han desarrollado una dependencia a la sustancia. Sumado a eso, el hecho de que cada vez aparecen dentro de ellas una mayor proporción de menores de edad. A pesar de las prohibiciones impuestas en su venta, debido a que los peligros se multiplican en dicha etapa del desarrollo, ellos constituyen la población que más recurre a este medio.
Después de un repaso a la información, pensemos que como miembros de un grupo social, nadie está exento de este problema. Aunque muchas veces nos parezca lejano y ajeno, si lo analizamos un poco más a fondo nos daremos cuenta de que todos somos parte de un sistema que cada vez se ve más dañado a distintos niveles, por el consumo de alcohol y drogas. La omisión de este tema y sus graves consecuencias, implica la negación de una realidad de la que todos somos parte, y si no tomamos conciencia de ello, nos seguirá afectando cada vez más.
Bibliografía:
Tapia Conyuer, Roberto, “Las adicciones: Dimensión, impacto y perspectivas”, 2ª ed., Editorial Manual Moderno, México; 2001.
Rosovsky, Haydée, “Salud Pública, disponibilidad y consumo de alcohol: implicaciones y controversias”
Tapia Conyer, Roberto. Medina-Mora Icaza, Maria Elena, “Epidemiología del consumo de alcohol”