26 de septiembre del 2023
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El consumo de drogas y sus consecuencias sociales y para la salud son un tema de interés para múltiples sectores de la sociedad; una de las inquietudes más comunes es conocer de qué magnitud es el problema. Los estudios epidemiológicos contestan esta pregunta y nos informan de la extensión del consumo, de las variaciones en diferentes grupos y regiones del país y de las tendencias en el tiempo.
Los estudios epidemiológicos se iniciaron en México en la década de 1970 y fueron las encuestas de escuelas las que abrieron el camino y, desde 1975, el ahora Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz y la Secretaría de Educación Pública han venido desarrollando mediciones transversales en población estudiantil de enseñanza media y media superior.
En 1976 y 1986 se hicieron las primeras encuestas nacionales con población urbana, en 1991 se hizo la primera encuesta nacional con representación estatal que también incluyó población rural.
Las encuestas realizadas en población estudiantil son una de las múltiples estrategias epidemiológicas que se tienen para monitorear el problema, se complementan con encuestas de hogares y en grupos especiales de la población, con estudios en cárceles, en población que acude a los centros de tratamiento, con estrategias de vigilancia activa, con estadísticas sociales, de procuración de justicia y de salud y con estudios con enfoque cualitativo.1,2 Cada estrategia tiene sus fortalezas especiales y se requiere de la conjunción de todas para dar cuenta cabal del problema.
Estas herramientas han permitido evaluar un fenómeno dinámico, con períodos de aumento y decremento, que varían geográficamente y en diferentes grupos de la población. Nos han mostrado que en México el uso de drogas ha aumentado, y junto con ello la proporción de personas que se ven afectadas por el problema.
Si bien, desde 1991 no se había hecho otro estudio nacional, en el transcurso se han realizado diversas encuestas estatales, en particular en la Ciudad de México, donde desde 1997 han sido trianuales.
Estos estudios en la población escolar han permitido ver anticipadamente diversos fenómenos que posteriormente se hacen evidentes en la población general. De manera particular, sin considerar al tabaco y al alcohol, ha mostrado que la mariguana fue la primera droga de uso hasta principios de la década de 1980, entonces los inhalables pasaron a ocupar el primer lugar. La preferencia cambia nuevamente hacia principios de los años 1990 cuando la mariguana recupera el primer lugar.3 Asimismo, dan cuenta de los primeros logros de la política antitabaco y de la persistencia del abuso de alcohol como principal problema de consumo.
A lo largo de los años, en la población estudiantil se han observado cambios en las preferencias de sustancias, como el consumo de mariguana que era primero, y posteriormente, durante casi dos décadas, los inhalables estuvieron en primer término. Hacia la década de 1990 el consumo de mariguana recuperó el primer lugar, pero también se registró un crecimiento importante en el consumo de cocaína, que coincide con el cambio en las rutas de tránsito de esta droga proveniente de la región andina hacia los Estados Unidos; la droga dejó de pasar principalmente por el Caribe y se usaron las rutas de México que ya operaban para el trasiego de heroína.4
Las encuestas en las escuelas han documentado también el crecimiento paulatino del crack y las metanfetaminas que, a pesar de ello, se mantienen en niveles bajos de consumo en esta población. Sin embargo, la problemática más importante en años recientes, y que a la fecha se mantiene en las mujeres, es el crecimiento que se dio entre 2006 y 2009 en el consumo de inhalables, de manera que pasó a ser la principal sustancia de consumo en las mujeres, no obstante, hacia 2012 esta prevalencia se mantuvo estable.5
El consumo de mariguana, por su parte, ha tenido un crecimiento acelerado, principalmente en los hombres. Sin duda, la discusión sobre la posible legalización de la mariguana ha permeado en la sociedad civil y ha impactado en la disminución de la percepción de riesgo y en el incremento de su consumo. Estos niveles de percepción de riesgo son similares a los que se tienen sobre el consumo de alcohol.5
Además de las tendencias del consumo y del patrón de consumo por tipo de droga, estos estudios nos muestran la influencia de la exposición a la oportunidad de su uso y de otros factores del contexto que incrementan la probabilidad de utilización (v.g. la percepción de riesgo asociado con el consumo y las actitudes e intenciones conductuales hacia el uso). Nos informan también sobre las consecuencias del consumo (por ejemplo, pobre rendimiento escolar) y de otros problemas (como malestar emocional, conducta alimentaria de riesgo, acoso escolar, experiencias de abuso, intento suicida, problemas de conducta), así como su asociación con el problema de las drogas.
El presente artículo contiene información sobre la prevalencia de por vida, en el último año, por grupos de edad y sexo, población rural y urbana. Desde este contexto, se pretende contribuir al conocimiento de lo que ocurre en esta población y que sirva como herramienta de análisis para ampliar las acciones preventivas basadas en evidencia, no sólo en la población adolescente, sino en los niños más pequeños, con la finalidad de generar acciones reales de prevención y promoción de la salud.
MÉTODO
Este estudio mantuvo la metodología empleada y los aspectos básicos de las mediciones anteriores que se han realizado en estudiantes de nivel básico y medio superior en el país. Asimismo, es comparable con los indicadores epidemiológicos empleados en los estudios de América Latina (CICAD, OID), Monitoring the Future y ESPAD.
Población y muestra
El diseño de muestra comprendió tres estratos para cada uno de los Estados del país, así como para las nueve Ciudades Específicas del estudio, lo cual corresponde a los niveles educativos de primaria (5° y 6° grado), secundaria y bachillerato.
El marco muestral se obtuvo del registro oficial 20132014 de la Secretaría de Educación Pública de las escuelas de educación básica (5° y 6° de primaria), secundaria y media superior, los cuales se encontraban en una base de datos computarizada.
El diseño de muestra fue estratificado y por conglomerados, la variable de estratificación fue el tipo de escuela: primaria, secundaria y bachillerato, así como la Entidad Federativa y las nueve ciudades de interés (Acapulco, Apatzingán, Cancún-Playa del Carmen, Ciudad del Carmen, Ciudad Juárez, Cuautla, Ecatepec, Guadalajara y Tijuana). La unidad de selección fue el grupo escolar al interior de las escuelas. Se planteó por conglomerados (grupos) para optimizar los tiempos de los encuestadores y disminuir los costos del trabajo de campo. La muestra obtenida de grupos y alumnos se ponderó considerando el grupo, el nivel educativo y la Entidad Federativa o Ciudad, con objeto de realizar la estimación y el procesamiento de datos.
La estimación del tamaño se efectuó considerando una tasa de no-respuesta del 20% que es la encontrada en estudios previos y que incluyó el ausentismo por diversas causas. El nivel de confianza de la muestra es del 95%, con un error absoluto promedio del .004, con un efecto de diseño con valor 2.
Con base en estos parámetros, se contempló tener una muestra de 1560 estudiantes en cada estrato (4680 en total por Estado) y 1560 estudiantes por estrato para cada una de las ciudades de interés (4680 en total por Ciudad). Las escuelas se seleccionaron aleatoriamente al interior de cada una de las 32 entidades y de las nueve ciudades de cada nivel educativo a través de un muestreo sistemático al interior de cada estrato. Esto da una estimación de casi 6358 grupos escolares o 191 880 estudiantes encuestados.
De manera simultánea a la obtención de la muestra principal, se obtuvo una muestra réplica con el mismo procedimiento, por lo que cada grupo en la muestra principal tuvo su equivalente en la muestra réplica. Los grupos de la muestra réplica se aplicaron únicamente en aquellos casos en que, por cuestiones de seguridad de la integridad física de los encuestadores o de los propios estudiantes, no fue posible realizar la aplicación. Si bien se aplicaron 61 grupos de la muestra réplica debido a situaciones de inseguridad en varios municipios del país, el efecto de no incluir estos grupos en la muestra final es mínimo sobre la tasa de respuesta del estudio, por lo que se trabajó únicamente con los grupos de la muestra principal y se evitaron efectos desconocidos por incluir los 61 grupos de la réplica. Una mayor descripción del diseño de muestra puede verse en el reporte principal del estudio.
La información se obtuvo mediante un cuestionario estandarizado, empleado en anteriores encuestas, que ha sido previamente validado.
Debido a las características de la población escolar, se aplicó un cuestionario para primaria y otro para secundaria-bachillerato con algunas diferencias en su contenido.
El cuestionario de primaria se conformó por 12 páginas con las siguientes secciones: datos sociodemográficos, consumo de alcohol, tabaco, mariguana, inhalables y otras drogas; en el ámbito social se preguntó sobre tolerancia social al consumo de sustancias, la disponibilidad y la percepción del riesgo del consumo de drogas, de alcohol y de tabaco; su opinión acerca de las pláticas para prevenir el consumo de drogas que reciben en la institución escolar; así como su percepción de inseguridad (delincuencia y violencia) en la zona donde viven. En el ámbito interpersonal se preguntó sobre el consumo de drogas, los problemas por consumo de alcohol en la familia, la información acerca del uso de drogas que el alumno recibe en su hogar y las reglas en cuanto al uso de las mismas. En cuanto al grupo de pares, se incluyeron preguntas sobre el consumo de drogas y alcohol en sus amigos, en diferentes contextos y sus características, así como la presión que ejercen sus amigos para que consuma sustancias. Finalmente, en el ámbito personal se preguntó acerca del desempeño del alumno, expectativas de vida, búsqueda de sensaciones, su nivel de autoestima, habilidades sociales con las que cuenta, razones para asistir a la escuela y a quién recurre cuando tiene algún problema.
En tanto, el cuestionario de secundaria y bachillerato se aplicó en cuatro formas con la finalidad de sondear una mayor variedad de factores relacionados. Una misma forma fue aplicada al grupo completo, pero la forma que se aplicó al grupo fue previamente aleatorizada sistemáticamente.
La sección principal que se aplicó a todos los sujetos contuvo preguntas sobre datos sociodemográficos, también se hicieron preguntas sobre el consumo de drogas, alcohol y tabaco, el gasto para comprar drogas y el consumo de drogas en su entorno. También se evaluaron las necesidades de apoyo o intervención por medio de la escala ASSIST, en la que se preguntó únicamente sobre la droga de mayor consumo. En el caso del alcohol, se incluyeron la versión corta y larga de la escala del AUDIT. En el ámbito social, se incluyeron preguntas sobre la tolerancia social, la disponibilidad y la percepción del riesgo del consumo de drogas, de alcohol y de tabaco, así como la percepción de inseguridad en la zona donde vive. En el ámbito interpersonal, se preguntó acerca de la composición familiar del sujeto y los hábitos de crianza; además, sobre el consumo de drogas y problemas por consumo de alcohol en la familia. En cuanto al grupo de pares, se incluyeron preguntas sobre el consumo de drogas y alcohol de los amigos del entrevistado en diferentes contextos. En el ámbito personal, se indagó su nivel de autoestima, de ajuste social, sus expectativas de vida, intento suicida y abuso sexual, las situaciones a las que se enfrenta el estudiante y violencia entre compañeros en la institución educativa, así como sobre la conducta antisocial del adolescente.
Los contenidos de las formas pueden consultarse en el reporte principal del estudio.6
Consideraciones éticas
El proyecto fue autorizado por el Comité de Ética para la investigación. Un aspecto relevante es que en las instrucciones iniciales del instrumento se indicó claramente que el sujeto podía aceptar o no la aplicación del cuestionario, o bien que podía dejar de contestarlo cuando lo considerara conveniente. Así mismo, en todo momento, dado el carácter grupal de la aplicación, se aseguró la confidencialidad y el anonimato del alumno.
Análisis de datos
Con objeto de obtener los intervalos de confianza de las prevalencias y encontrar en qué Estados y niveles educativos son menores o mayores a las prevalencias nacionales, se usó el programa STATA versión 13.
Los datos presentados en este artículo, debido a la extensión de la información del estudio, corresponden sólo a la información nacional y estatal. Las ciudades pueden consultarse en el informe general de la encuesta.
RESULTADOS
Prevalencias del consumo de alcohol
A nivel nacional, más de la mitad de los estudiantes de secundaria y bachillerato han bebido alcohol alguna vez en su vida (53.2%), en los hombres el consumo fue de 54% y en las mujeres de 52.5%. En el último año, el 35.5% de los jóvenes bebió alcohol (36.2% hombres y 34.9% mujeres); por nivel educativo, la prevalencia pasa de secundaria a bachillerato de 24.2% a 54.3%.
El estudio ha permitido identificar la magnitud del crecimiento del consumo de sustancias en el país. Particularmente, los mayores incrementos se deben al consumo de drogas ilegales y médicas, así como el patrón de consumo excesivo que en el primer caso se ha duplicado y en el segundo creció más del 60%.
Esta tendencia es similar a la observada en las encuestas estatales5 que se han hecho en el país y a lo visto en la región de las Américas,10 donde se muestra un crecimiento importante del consumo, en particular de la mariguana y el alcohol.
La prevalencia de consumo excesivo en los estudiantes, es de 2.4% en primaria y 14.5% en secundaria y bachillerato. Los Estados de Querétaro y Tlaxcala en primaria, así como la Ciudad de México, Durango, Jalisco y Michoacán en secundaria y bachillerato presentan prevalencias mayores al promedio nacional. En cuanto al consumo de drogas, la prevalencia "alguna vez" de cualquier droga en primaria es de 3.3%, en tanto que en secundaria y bachillerato es de 17.2%. Los Estados con mayores prevalencias fueron San Luis Potosí, Michoacán, Campeche y Quintana Roo en el nivel primaria y Ciudad de México, Estado de México, Jalisco, Chihuahua y Quintana Roo en el nivel de secundaria y bachillerato.
Estos datos dirigen la planeación de la prevención y los servicios de tratamiento, tanto federales como estatales, a los Estados en que se debe intervenir con mayor profundidad y poder disminuir los índices de consumo.
Otra información obtenida del estudio con los niños de primaria, es que el 8.3% indica que tienen la intención de consumir drogas, 12.5% para alcohol y 11.6% para tabaco, y en caso de los que ya han consumido sustancias, la intención de volver a hacerlo es de 10.7% para drogas, 22.6% para alcohol y 44.5% para tabaco. Este dato debe ser considerado en las diversas acciones que se realizan en el país, a fin de que se pueda revertir su interés por iniciarse en el consumo de sustancias y, en esa medida, darles mejores opciones de esparcimiento y desarrollo a nuestras nuevas generaciones.
Al analizar los comportamientos de consumo por sexo, en la mayoría de los indicadores el consumo de hombres y mujeres es similar en todos los Estados. De hecho, el mayor crecimiento de los últimos 23 años es justamente en las mujeres, ante lo cual se debe intervenir de manera importante a fin de disminuir dicha tendencia. En los estudios de la Ciudad de México, se ha encontrado incluso que en algunas Delegaciones el consumo llega a ser mayor en las estudiantes de secundaria y bachillerato.5
Lo anterior está en relación con los resultados encontrados por el tipo de comunidad, en las urbanas, el consumo de alcohol y drogas "alguna vez", así como el consumo de tabaco en el último mes es mayor en comparación con las rurales. Esta situación se refleja en los Estados con mayor población rural; los niveles de consumo en general son menores y la brecha entre el consumo de los hombres y las mujeres es mayor, posiblemente aunado al mantenimiento de una mayor convivencia y comunicación familiar en esas partes del país, que protegen al individuo ante el consumo de sustancias.11
En el caso del tabaco, las prevalencias se han mantenido en los últimos 23 años. Si bien también se ha disminuido la diferencia entre hombres y mujeres, el nivel general de consumo se ha mantenido. Esto posiblemente porque la mayor parte de las acciones de prevención en el país se han dirigido a prevenir y a cesar el consumo de tabaco y en algunos casos, como la Ciudad de México, se ha logrado disminuir su prevalencia.
En cuanto a las limitaciones de este estudio, como encuesta probabilística transversal, no es posible analizar el desarrollo de los eventos a lo largo del tiempo, ya que la medición se hace en un solo momento temporal. Por ello, las comparaciones se hacen sobre diversas muestras de sujetos y no los mismos, aunque provengan del mismo tipo de población; en este caso, estudiantes de tres distintos niveles educativos. Dado este contexto, la información, si bien es valiosa, se debe analizar en un contexto de descripción.
Los resultados nos muestran la necesidad de emprender de manera más sistemática las acciones de prevención y tratamiento; aunque se tienen diversas intervenciones preventivas en el país, es menester poder contar con una política de prevención que lleve a mejores resultados, que dé prioridad a la aplicación de estrategias preventivas probadas y que sus resultados puedan ser sujetos a evaluación. De manera particular, se deben incrementar las intervenciones dirigidas a los grupos de menor edad, de preescolar y primaria, y a sus padres, con objeto de tener mejores resultados en la promoción de la salud mental de nuestra población.