06 de enero del 2022
Jorge Dotto Médico, patólogo y genetista
Algo similar a: "Quiero una hija de 1.83 metros, cabello marrón, ojos marrones, simpática, con gran inteligencia emocional, deportista, que coma sano, que le guste la música, que sea abogada y que no sufra de depresión". ¿Está bien pensar en estos términos? ¿Llegaremos a esta situación en un futuro?
Una encuesta realizada por la Facultad de Salud Pública de la Universidad de Harvard, Estados Unidos y publicada en enero de 2016, demostró que la gente está en contra de esta técnica. El 83% de los encuestados contestó que debe ser ilegal la manipulación de genes en un bebé para mejorar su inteligencia o características físicas. El 65% de los participantes declaró que la edición genética debe ser ilegal también si se aplicara para cambiar genes que confieren un riesgo para desarrollar alguna enfermedad grave.
Otra encuesta publicada en julio de 2016 y realizada por el Centro de Investigación Pew, Estados Unidos demostró que el 68% de los entrevistados está intranquilo con este tema, y más precisamente, la mayoría está preocupada (46%) y muy preocupada (22%). En cuanto a la posibilidad de utilizar esta técnica para solucionar un error en el genoma, y de esta manera evitar que un bebé sufra una enfermedad grave, las opiniones están divididas: 50% en contra, y 48% a favor.
¿Qué significa "bebé a la carta?
Existe una confusión con lo que significa un "bebé a la carta". Hay 3 conceptos que son diferentes y que en algunas oportunidades se utilizan como sinónimos bajo esta descripción metafórica: donación de óvulos y espermatozoides (gametos), el diagnóstico genético preimplantacional (PGD), y la edición genética (CRISPR). Esta última sería la que eventualmente mejor representa la descripción de "bebés a la carta", también conocidos como "bebés de diseño".
En el caso de la donación de gametos, las personas que deciden tener un hijo adoptando gametos donados van a un centro de fertilización asistida, donde hay bases de datos con la información de los donantes. Las bases de datos más completas incluyen características físicas del donante e información educativa y laboral. También estas células reproductivas se evalúan a través de un "screening" genético para descartar la presencia de múltiples enfermedades evitando que se transmitan al futuro embrión.
Por ende, a veces se confunde la selección de la información de las características físicas que contiene una célula del donante o eventualmente de un embrión con la posibilidad de manipular el ADN de estos gametos en búsqueda de ciertos atributos. Es algo lógico pensar que las personas que se decidan por un óvulo o espermatozoide donante para realizar un tratamiento de fertilización asistida elijan las características físicas similares a ellos, que serán los futuros padres.
Por su parte, el diagnóstico genético preimplantacional (conocido también como PGD por sus siglas en inglés) es una técnica que permite estudiar el ADN de un embrión. Luego de conseguir artificialmente la fecundación mediante fertilización asistida, o sea la unión del óvulo con un espermatozoide, se extrae una célula del embrión para estudiar sus genes.
Realizando esta técnica se buscan trastornos genéticos específicos (ej. sordera) que la mutación (alteración genética) está presente en algunos de los padres. El PGD es una herramienta que ayuda a los padres a decidir qué embriones implantar en el útero. En la mayoría de los casos, los padres deciden evitar la transmisión a su futuro hijo del defecto genético, pero sorprendentemente en el 3% de los casos los padres utilizaron esta técnica para elegir el embrión con la misma alteración genética (ej. sordera) que ellos, según una encuesta realizada por la Universidad John Hopkins en 190 clínicas que realizan PGD en Estados Unidos y publicada en el diario estadounidense The New York Times. En el PGD no hay modificación de la secuencia del ADN o "reparación de ciertos genes". Por lo tanto, no hay un diseño genético. Es un ejemplo de selección de embriones.
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