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Creando estilos de vida sanos

Una adicta al sexo revela en qué nos equivocamos al pensar en ese problema

Tener muchos amantes y ver horas de pornografía no es necesariamente la forma de obtener la liberación sexual. Si bien muchas personas tienen el poder de poseer su propia sexualidad de esta manera, para algunos puede significar exactamente lo contrario. En lugar de disfrutar y tener afecto, el sexo puede entrelazarse con la vergüenza y utilizarse como un arma en el camino hacia la autodestrucción.

 

La adicción al sexo es un problema de salud más que notable en nuestra sociedad. Se calcula que el 8% de la población española sufre algún trastorno relacionado con el sexo. Además, el fenómeno, denominado como hipersexualidad, se ve fomentado por el fácil acceso de las personas a través de Internet. Para Erica Garza, la vida era buscar parejas sexuales, ver porno y ponerse en situaciones potencialmente peligrosas, todo para la "liberarse", algo que le ayudaba a olvidarse de todo lo demás que estaba tratando de ignorar.

Una terapeuta explica cómo es la vida real de los adictos al sexo

Adrián López

"La mejor manera de decirlo es simplemente sentir esa falta de impotencia y de control a la hora de expresar tu sexualidad", asegura Garza a 'Business Insider'. En su libro 'Getting Off: el viaje de una mujer a través del sexo y la adicción a la pornografía' ", esta mujer de 35 años cuenta la historia de cómo cancelaba continuamente sus planes por quedarse en una habitación oscura, masturbarse y tener sexo con hombres sin usar protección.

Vergüenza y asco

El sexo y la vergüenza estaban tan fusionados que buscó situaciones que le parecían "repugnantes" solo para poder llegar al orgasmo. El sexo sin protección, por ejemplo, le dio una carga extra de adrenalina.

Su hija crecerá sabiendo que es digna para tener placer cuando quiera y que el deseo no es algo malo

"Sentí que necesitaba una combinación de humillación y placer para sentirme satisfecha con una experiencia sexual. Si no usaba ningún método anticonceptivo, era algo que me hacía sentir muy mal porque sabía que debía tratar mejor a mi cuerpo. Tenía presente que algo malo podía pasar, y quería creer que me estaba poniendo en esas destructivas situaciones, pero me se sentía demasiado bien como para no hacerlo", asegura.