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Creando estilos de vida sanos

Jairo consume cocaĆ­na y ha intentado dejarla 3 veces

Cuando el coronavirus llegó a nuestra vida y tuvimos que confinarnos, Jairo no solo dejó de ver a sus amigos, sino que también tuvo que despedirse de su camello. “En abril empecé a pasarlo mal, pero en mayo ya fue horrible. Había días que estaba reventado nivel que me iba a la cama a las ocho de la noche, y días que era como si me hubiese tomado diez gramos de golpe”, comparte en Yasss.

En ese momento, Jairo se dio cuenta de que tenía que parar porque no estaba bien. “Pensé que era el momento perfecto. Nadie iba a verme pasando el mono y no pasaba nada si trabajaba en pijama desde la cama”, relata, “pero lo pasé fatal”.

Al preguntar a Jairo por las consecuencias de la cocaína, tiene clara su respuesta. “¿Por dónde empiezo?”, bromea.

“Te hace vivir como si tuvieses un ataque de ansiedad constante, pero la necesitas. Los primeros diez minutos estás de puta madre, con una sensación de lucidez que no has tenido en la vida. Te ves capaz de todo. Pero luego llega la bajona, y sigues metiéndote para evitarla porque es una mierda”, comparte. “También te vuelves el mayor gilipollas del mundo con tus amigos y con tu familia. La gente de toda la vida, los que se preocupan por ti, saben que algo va mal. Tú se lo ocultas y te cabreas cuando ellos solo quieren ayudarte. Acabas dejándoles de lado y tu círculo social se resume a gente a la que no soportas, pero te invita a coca los fines de semana. Estás solo, completamente solo”, reflexiona el joven.

A nivel psicológico, Jairo relata muy bien las secuelas psicológicas de la adicción a la cocaína: nerviosismo constante, depresión, ideaciones suicidas, irritabilidad, agresividad, tendencia a pensar que todos están en tu contra y una necesidad de consumir cada vez más. Pero esto solo son los efectos a corto plazo, porque el consumo prolongado puede producir también deterioro cognitivo: pérdida de memoria, dificultad para concentrarse, atención disminuida e incapacidad para tomar decisiones.

En el terreno físico, la cocaína puede provocar infarto agudo de miocardio, ictus, arritmias, edemas pulmonares, neumotórax, úlceras gastroduodenales, hemorragias cerebrales y un largo etcétera de complicaciones.

“En mi caso siempre llevo pañuelos porque no paro de moquear. Tengo sinusitis crónica y asma, y seguramente la cocaína haya tenido que ver”, se aventura a decir Jairo. “De todos el médico no sabe que me meto. Tampoco mi madre ni mi hermano. Mi padre si lo sabe y cuando se enteró estuvo dos semanas sin mirarme a la cara. Le pedí que no se lo contase a nadie y me dijo que eso pensaba, porque si mi madre se enteraba se sentiría tan mal como si hubiese perdido a un hijo”.

¿Cómo superar la adicción a las drogas?

La drogodependencia no es un camino fácil, y superarla mucho menos. “Ya dije que lo he intentado dejar varias veces, y en todas la he cagado. En 2020 también recaí. Estuve cuatro meses limpio y en verano volví, y por mucho que haya alguien que te ofrece una raya, al final eres tú quien acepta”, confiesa Jairo.

Para evitar el craving o las ansias de consumir, es fundamental el apoyo, tal y como describe Jairo. “Necesitas amigos que no estén metidos en el mundo de la droga, o que por lo menos lo hayan dejado. Hay que rodearse de las mejores influencias para ti, aunque implique dejar de quedar con gente a la que quieres mucho. Pero es que si alguien se droga delante de ti, es muy difícil resistir la tentación”.

“Vete al psicólogo, al médico o a cocainómanos anónimos. Donde sea, pero habla. Cuando más he intentado ocultar mi adicción, más gramos me he acabado metiendo. Si lo vives con culpa y lo ocultas al mundo, te metes en un ciclo de destrucción brutal. Así que busca a alguien profesional y a gente que te pueda entender”, aconseja el joven.

Por último lugar, es fundamental no venirse abajo si hay una recaída. “Se pasa mal porque te sientes una mierda que no tiene fuerza de voluntad ni nada, pero mira, así es la vida. Si te caes te levantas, y si vuelves a las drogas, al día siguiente te duchas, llamas a tu psicólogo y vuelves a la carrera. No es como empezar desde cero, porque ya tienes mucho camino hecho”.