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Creando estilos de vida sanos

El viaje de la Keta

Pero eso fue solo al principio. A medida que iba familiarizándose con la ketamina, su percepción fue cambiando. En aquella época trabajaba de cocinero, ya que había estudiado un módulo de restauración, pero lo dejó para estudiar integración social. Entonces, la ketamina o kal —como le llaman en el entorno, conocida también como Special K— ya había entrado en su vida, asegura que por descarte del resto de substancias, que ya fuese por malas sensaciones, por cansancio o porque no le aportaban nada había decidido no consumir. Esta elección, la de una sartén en la que consumir siempre cercana, coincidió con una época de cambios que profundizaba en los estados depresivos que arrastraba desde la adolescencia.

—Cuando tenía 16 años o así me diagnosticaron depresión. Con 22, era un momento personal complicado, lo acababa de dejar con mi pareja y le daba muchas vueltas a las cosas. Si salía y tomaba speed, si mi cabeza ya estaba todo el día funcionando, me estimulaba más y era como ‘no puedo, tengo que pararlo’ —su voz, una mezcla de pasotismo y emoción, varía del castellano al catalán, mezclando expresiones y términos, con el único objetivo de hacerse entender y ayudarse a ordenarse a sí mismo—. A una persona que es depresiva, hacerle parar la cabeza ya le va bien, obvio. A mí la keta me ha ido muy bien para decir que mi cabeza pare ya. Hacerse una ralla y decir ‘por fin’. Era ‘hostia, me sienta bien y me gusta’, y estoy un par de días más tranqui.

Mireia Ventura, responsable de la sección de análisis de Energy Control, explica que la ketamina amortece muchos pensamientos y que las adicciones siempre tienen una base emocional y estructural. Las drogas son la punta del iceberg. Cuando hay una adicción, lo que acostumbra a ir detrás es un problema grave de fundamentos. Albert ha ido incorporando a su vida elementos que le ayudan a estar mejor, como por ejemplo el reiki, asistir a una terapia de psicología integrativa o hacerse vegetariano, decisión que asegura le ha ayudado a rebajar su nivel de estrés. Aun la apuesta por cuidarse más, no ha dejado en ningún momento el consumo ni se plantea hacerlo: “Llevo toda la vida consumiendo, sí, pero también mi consumo está relacionado con la forma de entender la vida”, explica, seguro.

Ya se ha experimentado aplicando ketamina a personas y uno de los resultados ha sido la desaparición de pensamientos suicidas

Natalia Ribas, trabajadora social del Centro de Atención y Seguimiento a las Drogodependencias (CAS) de la zona del fórum de Barcelona, se ha encontrado muy pocos casos de personas derivadas por adicción a la ketamina: “Probablemente las personas busquen, en algún momento, la ketamina a nivel antidepresivo, pero es como el tópico de los años 90 de los heroinómanos. El perfil de heroinómano era el de un tío más triste que el que consume coca —Natalia es contundente en sus opiniones, aunque cada respuesta se la piensa y un gesto de duda inicial acaba dando paso a un argumento defendido firmemente—. Qué casualidad que la persona más triste es la que se mete algo que le deja más sedado, más dormido. Creo que efectivamente se hace un uso de la droga, ya sea para bien o para mal, como medicación”.

Algunos estudios embrionarios así lo explicitan. Uno de ellos, publicado en la revista Science, experimentaba con ratas para tratar la tristeza y la depresión, y concluyó que la ketamina operaba mucho más rápidamente que el resto de antidepresivos actuales. Para ello, la aplicación de la substancia ha de ser por vía intravenosa. Ya se ha experimentado aplicando ketamina a personas y uno de los resultados ha sido la desaparición de los pensamientos suicidas, como refleja un estudio del Massachusetts General Hospital de 2016, aunque el efecto dura pocos días y puede ir acompañado de experiencias psicodélicas. En algunos pacientes se ha probado que a medida que se alarga el tratamiento con ketamina, sus efectos duran más y se necesitan menos dosis. Sin embargo, el uso de la ketamina o de alguno de sus componentes en el tratamiento de estados depresivos aún está muy limitado a clínicas especializadas de los Estados Unidos, donde continua la investigación, con poco bombo mediático.

Otra aplicación posible de la ketamina es combatir la adicción al alcohol, una de las más difíciles de tratar. Un ensayo de la University College de Londres, titulat Ketamine For Reduction of Alcoholic Relapse, está intentando eliminar los recuerdos relacionados con la adicción al alcohol a partir de la inyección de dosis de ketamina. Así, se podrían reconstruir los recuerdos de las personas, rehaciendo sus patrones de conducta. Este hecho abre múltiples posibilidades, ya que la reconstrucción de la memoria se podría utilizar también para otras adicciones a substancias como por ejemplo el tabaco.