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Creando estilos de vida sanos

"Una vez empiezas, ya no puedes parar...": así es realmente la ninfomanía

La chica cuenta cómo dejó el colegio a los dieciséis años y cómo consiguió su primer trabajo, gracias al cual pudo empezar a salir los fines de semana a bares y discotecas. “La excitación se construía al ponerme el maquillaje y la ropa y pensar: “¿Cómo estoy? ¿Resulto sexy?Salía por las noches simplemente para acostarme con alguien. Encontraba algún hombre joven y tenía relaciones sexuales con él tan rápido como fuera posible. Lo hacíamos en cualquier sitio: las partes traseras de los coches, en una esquina, en el parque…”.

Si no conseguía tener sexo me deprimía durante semanas

Así comenzó la vida sexual de una adolescente que pronto descubrió que era adicta al sexo, y cuyas sensaciones oscilaban entre dos puntos muy radicales: “Cada vez, pensaba: '¡Sí! Este va a ser el elegido'. Probablemente buscaba una relación. Pero después siempre pensaba: 'Agh, no, no ha sido nada agradable y me he sentido terriblemente avergonzada'. No obstante, si no conseguía tener sexo me deprimía durante semanas. Era un verdadero golpe contra mi autoestima".

La joven que ofrece testimonio se muestra contenta por el hecho de que Lars von Trier haya rodado Nymphomaniac, y considera muy positiva su proyección en los cines ya que, según ella, las adictas sexuales son infrecuentes y no se las suele comprender y, además, “es un fenómeno más común de lo que pensamos”. La treintañera afirma –en contraposición a la definición de la RAE– “que el ratio es de una mujer por cada diez hombres, y en el caso de las mujeres en particular la vergüenza y el estigma son mayores”.

Como muchos de los adictos al sexo, esta chica cuenta que desde muy pequeña empezó a tener fantasías sexuales muy intensas y frecuentes. También define lo que ella considera adicción: “Por supuesto, todos sentimos deseo sexual, ¿pero en qué momento se convierte en adicción? Hay tres signos. El primero es que haces algo que crees que está mal, pero aún así lo haces. El segundo es que gradualmente la cosa empeora. El tercero es que no puedes parar, aun cuando quieres: es compulsivo”.

No había ningún hombre con el que no me habría acostado

Esta joven se casó sin pensarlo demasiado, creyendo que el matrimonio la curaría: “Tendré una vida sexual normal y ya no haré nada más”. Sin embargo, su adicción sólo se aparcó por un tiempo, y luego volvió a la carga. Los hombres que más la atraían, dice, eran los que no estaban dispuestos a tener una aventura: eran inalcanzables.

Tuvo dos hijos, pero era incapaz de parar. Su marido no notaba nada, aunque su matrimonio no iba muy bien. Su adicción era total: “No había ningún hombre con el que no me habría acostado una vez”. Fue entonces cuando se dio cuenta de que tenía que cambiar, buscó en internet y acudió a una reunión para adictos al sexo. “Fue muy raro al principio, yo era la única mujer en una habitación llena de hombres”, declara, para después añadir: “Fue un trabajo muy duro, pero me di cuenta de que la adicción al sexo es la perversión de la búsqueda del amor, y al final me las arreglé para superarlo”.

Tras 30 años de matrimonio, ahora ha dejado a su marido (que no sospechaba nada), contándole la verdad. La superación de sus problemas la ha ayudado mucho, no sólo en lo referente a su vida sexual, sino en general: “Ahora, si tengo un problema lo resuelvo; no huyode él en busca de sexo”, cuenta, satisfecha.