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Creando estilos de vida sanos

La extraña historia del opio en Estados Unidos

Los opiáceos son un problema cada vez más grave en Estados Unidos y, sin embargo, a nadie debería sorprenderle: la cuestión se remonta a la llegada del barco Mayflower en 1620.

Uno de los pasajeros era el doctor Samuel Fuller, y probablemente en su maletín transportaba una forma temprana de láudano, una tintura de opio/alcohol, cuyo uso fue introducido por el célebre alquimista Paracelso. 

Al igual que otros opiáceos, el láudano se obtiene a partir de la semilla de opio (o como la llamaban los sumerios 5.000 años atrás, la planta de la alegría). Como todos los opiáceos, es un calmante efectivo para el dolor, y ayuda a dormir. En los duros tiempos de la vieja América, los opiáceos ayudaban a calmar el dolor producido por enfermedades como la viruela, el cólera y la disentería. 

La droga lo ayudaba hasta el punto que en una carta a un amigo decía: "con algunos cuidados médicos y el láudano prácticamente me siento como era habitual". El uso de la palabra "habitual" es bastante revelador: más tarde optó por cultivar sus propias semillas en su residencia de Monticello. 

La mayoría de los estadounidenses no necesitaban ir a un fumadero de opio chino para consumirlo. Por aquel entonces, los opiáceos ya eran el ingrediente principal de productos tan diversos como polvos dentífricos y analgésicos para el dolor menstrual. Las medicinas de patente, que recibían este nombre porque a menudo contenían sustancias secretas "patentadas", inundaron el mercado. Algunas de ellas perseguían un fin medicinal mientras que otras solo servían para colocarse.