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Creando estilos de vida sanos

Michael Pollan: por qué probé el LSD a punto de cumplir 60 y cómo cambió mi idea sobre las drogas psicodélicas

Su curiosidad despertó en 2010 cuando supo de unos médicos que estaban retomando ensayos clínicos iniciados en los 50 y los 60 (que serían reprimidos después por el "pánico moral" que sigue vigente, señala Pollan).

"Los psicodélicos adquirieron muy mala reputación. Pero gran parte es inmerecida y se debe a sus vínculos con la contracultura. Muchos de los efectos fueron exagerados, malinterpretados o confundidos con brotes psicóticos", asegura.

Pollan aclara que se refiere al uso clínico, que es el que le parece interesante.

Bob Jesse, de la Johns Hopkins University, le envió un artículo científico que recogía conclusiones positivas de estudios recientes .

A Pollan le interesó la historia, pero no lo suficiente. Por eso la archivó. Hasta que dos años más tarde, en una cena con su esposa Judith y con unos amigos, una de las invitadas —"una psicóloga prominente"— habló sobre sus nuevas experiencias con el LSD, que consideraba "estimulantes" para su trabajo, pero no se atrevía a publicar.

Fue entonces cuando Pollan se puso a investigar.

Leyó sobre el químico suizo Albert Hoffmann, quien descubrió accidentalmente el LSD (dietilamida de ácido lisérgico), sin saber que terminaría convirtiéndose en una droga urbana.Más adelante, Pollan se sintió preparado para probar por primera vez en su vida —a punto de cumplir los 60 años— sus primeras dosis de LSD, psilocibina y DMT (dimetiltriptamina, el compuesto alucinógeno activo de la ayahuasca).

Lo hizo con la ayuda de varios orientadores clandestinos. Así lo cuenta en el capítulo "Diario de un viaje".

Cuando le pregunto sobre esa experiencia, la resume con tres palabras: "alucinante, interesante y sorprendente".

La primera sustancia que probó fue la psilocibina. Lo hizo junto a su esposa en su casa de Nueva Inglaterra.

"Sentí muchas cosas sobre mis padres", recuerda. "Ellos eran mayores. Había dos árboles en mi casa, y vi con total claridad que uno de ellos representaba a mi madre y el otro a mi padre. Suena muy poético, pero así lo sentí en ese momento. Dos años después, uno de los árboles cayó... y mi papá murió. Fue increíble por la intensidad emocional".

Enfrentarse a la muerte

El padre de Pollan falleció en enero de 2018. Tenía cáncer.

Pollan le dedicó su libro, pero, ¿fue su muerte lo que le empujó a escribirlo?

"Sí y no", responde. "Le dediqué el libro porque sabía que se estaba muriendo. Y lo cierto es que habla mucho sobre la muerte. Hice muchas entrevistas a enfermos de cáncer, con quienes tuve el privilegio de hablar de una manera muy franca y honesta sobre la muerte".

Esas conversaciones y sus propias experiencias con los psicodélicos le hicieron cambiar de opinión sobre ellos.

"Yo no tenía ni idea de que tienen un valor curativo".

"Todavía estamos aprendiendo cuáles son los efectos de las drogas psicodélicas en nuestro cerebro. Pero el principal efecto parece ser el que tiene sobre la red neuronal por defecto (RND) [un conjunto de regiones cerebrales que colaboran entre sí mientras la mente está en reposo] que afectan a nuestro sentido del yo".