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Creando estilos de vida sanos

Una adicta al sexo revela en qué nos equivocamos al pensar en ese problema

Tener muchos amantes y ver horas de pornografía no es necesariamente la forma de obtener la liberación sexual. Si bien muchas personas tienen el poder de poseer su propia sexualidad de esta manera, para algunos puede significar exactamente lo contrario. En lugar de disfrutar y tener afecto, el sexo puede entrelazarse con la vergüenza y utilizarse como un arma en el camino hacia la autodestrucción.

La adicción al sexo es un problema de salud más que notable en nuestra sociedad. Se calcula que el 8% de la población española sufre algún trastorno relacionado con el sexo. Además, el fenómeno, denominado como hipersexualidad, se ve fomentado por el fácil acceso de las personas a través de Internet. Para Erica Garza, la vida era buscar parejas sexuales, ver porno y ponerse en situaciones potencialmente peligrosas, todo para la "liberarse", algo que le ayudaba a olvidarse de todo lo demás que estaba tratando de ignorar.

"La mejor manera de decirlo es simplemente sentir esa falta de impotencia y de control a la hora de expresar tu sexualidad", asegura Garza a 'Business Insider'. En su libro 'Getting Off: el viaje de una mujer a través del sexo y la adicción a la pornografía' ", esta mujer de 35 años cuenta la historia de cómo cancelaba continuamente sus planes por quedarse en una habitación oscura, masturbarse y tener sexo con hombres sin usar protección.

Encontrar esta estabilidad fue una de las partes más desafiantes para su rehabilitación, particularmente cuando se trataba de establecer sus propios límites y pasar de vez en cuando encima de ellos. Pero con el tiempo comenzó a darse cuenta de que el problema no era su sexualidad sino la vergüenza, las mentiras y el peligro innecesario.

Debido a que su problema con el sexo es completamente personal y diferente para todos los que lo padecen, es difícil de definir. "Para una persona no es fácil admitir que tiene un problema sexual. Decir que no existe solo hace que las personas sientan que simplemente deben dejar de hablar sobre ello. No pueden realizar ninguna acción para cambiar porque no hay contexto para ayudarlos", explica. Una vez que alguien puede admitir el problema, se abre un abanico en el que existen recursos disponibles para encontrar una solución. Si es al contrario, las personas no saben qué hacer para obtener ayuda.

Proceso continuo

Garza ahora está felizmente casada y tiene una hija. Planea ser abierta con su hija sobre el sexo en el futuro, por lo que siempre podrá acudir a ella con preguntas sexuales cuando tenga los descubrimientos que Garza sintió que tenía que esconder y de los que se avergonzaba. "No quiero abochonarla ni silenciarla. Voy a ser tan honesta y abierta como pueda para que vea la realidad", asegura.

Afortunadamente esto significa que crecerá sabiendo que es digna para tener placer cuando quiera y que el deseo no es algo malo. Desafortunadamente, una educación sexualmente positiva es algo con lo que las personas, incluso en las sociedades más progresistas, deben luchar. Puede llevar un tiempo para que los padres discutan abiertamente la existencia del porno con sus hijos adolescentes, pero deben hacerlo

Vergüenza y asco

El sexo y la vergüenza estaban tan fusionados que buscó situaciones que le parecían "repugnantes" solo para poder llegar al orgasmo. El sexo sin protección, por ejemplo, le dio una carga extra de adrenalina

Su hija crecerá sabiendo que es digna para tener placer cuando quiera y que el deseo no es algo malo

Sentí que necesitaba una combinación de humillación y placer para sentirme satisfecha con una experiencia sexual. Si no usaba ningún método anticonceptivo, era algo que me hacía sentir muy mal porque sabía que debía tratar mejor a mi cuerpo. Tenía presente que algo malo podía pasar, y quería creer que me estaba poniendo en esas destructivas situaciones, pero me se sentía demasiado bien como para no hacerlo", asegura.

El libro de Garza ha recibido mucha publicidad desde su lanzamiento, en gran parte porque proporciona un lado de la adicción al sexo que mucha gente no conocía antes. Se cree que las mujeres en particular están subrepresentadas en la búsqueda de ayuda por el estigma y la vergüenza que pueden sentir al respecto. De hecho, un tercio de todos los adictos al sexo son mujeres, aunque se cree que esta cifra es más baja que la realidad.

No obstante, las cosas están cambiando, y Garza está cumpliendo su parte. Está agradecida por cómo se fue su recuperación, pero es un proceso continuo en el que hubo altibajos. "Siento que estoy en un lugar mucho mejor porque cuando me siento excitada no siento la necesidad de destruir mi vida nuevamente. No necesito cerrar las cortinas y atiborrarme con porno. Prefiero hablar sobre mis sentimientos y lo que me lo está provocando... Sigo dando pasos en esa dirección de revelarlo todo y sentirme vulnerable. Esa es la mayor ayuda, en lugar encerrarme conmigo misma", concluye.