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Creando estilos de vida sanos

CreĆ­ que mi vida con benzodiacepinas seria mas relajada

Sufría de severos ataques de ansiedad que me dejaban paralizada y con un miedo atroz en el cuerpo, por ello es que un buen día el primer psiquiatra que me visitó me recetó dichos medicamentos. Verdaderamente no sabía dónde me metía. Si en ese momento me hubieran enseñado lo que a partir de entonces mi cuerpo, mente y alma sufrirían, no creo que hubiera aceptado tomarlos.

Hoy en día, sé que esta medicación es efectiva por unas semanas. Después de eso es mejor retirarlas, pero en aquel entonces, por mi inexperiencia y mis ganas de querer estar bien a toda costa, continué tomándolas por semanas, meses, años….

Me creía una enferma crónica, la cual no tenía curación. Mi ansiedad fue en aumento con los años y por consiguiente la subida de la dosis también iba en paralelo con mi mal estar. Mi vida era un ir y venir de psiquiatra en psiquiatra, ingresos en hospitales de día en salud mental donde lograba remontar mi vida, pero al salir volvía a caer en picado. Mi carácter cada vez se fue complicando más, tenía cada día ganas de pelea. Con mi familia, la relación era insoportable, lo hacía yo insoportable. Y no digo las peleas que me buscaba por la calle con gente que ni conocía. En esa época estaba totalmente desequilibrada y amargada y tenía mi vida totalmente al revés. Dormía por el día y vivía, si se le puede decir vivir, por la noche. Así me pasé mis últimos años hasta que la relación en mi casa se fue haciendo insostenible y ya no les dejaba vivir con un poco de tranquilidad. Mis broncas con mi padre eran diarias. Cuando salía por la noche, me desahogaba bebiendo, no podía parar de beber. Muchas veces desaparecía y no volvía hasta el día siguiente o incluso 2 o 3 días más tarde y sin avisar a mis padres. Me iba con cualquier chico que hubiera conocido en el bar o en la discoteca, teniendo muchas veces, relaciones sexuales esporádicas y sin precaución. Deambulaba por sitios indeseables para cualquier chica, conociendo a personas muy tóxicas. Yo siempre he pensado que en esa época tuve un “Ángel de la guardia” que me estuvo protegiendo día y noche, estoy segura de ello.

Por suerte, fruto de la desesperación, mi familia empezó a pensar que, quizás dejando de consumir tanta medicación, podría encontrar un poco de bienestar en mi vida. No se cómo empezaron a pensar que podría ser la causa de casi todo mi malestar y mi vida caótica, pero no estaban lejos de la verdad. Buscaron rápidamente un centro de desintoxicación para que yo ingresara. Y así lo hice unas semanas más tarde, donde pude conocer a Helena, la que sería a partir de entonces mi terapeuta y la que me ayudaría a empezar a caminar en mi nueva vida.

Han pasado 2 años y poco más desde que dejé de tomar las benzodiacepinas o tranquilizantes y mi ansiedad ha bajado bruscamente, nunca me hubiera imaginado que llegaría a poder vivir sin ellas. Mis conductas tóxicas y mi carácter impulsivo han desaparecido y estoy aprendiendo a trazar una nueva hoja de ruta. El camino no ha sido fácil, pero puedo decir que está valiendo la pena. Helena y yo seguimos por el camino que empezamos aquel día que nos conocimos y lo hacemos al lado de mis otros compañeros de terapia.

Estoy teniendo un crecimiento interior brutal. Nunca hubiera pensado llegar hasta donde he llegado y mis metas están fijadas todavía a conseguir mucho más.

Sólo tengo palabras de agradecimiento para mi familia que me ha apoyado siempre y para Helena y mis compañeros de camino.

La vida, ahora, vale la pena vivirla, y también vale la pena haber pasado por todo esto porque, gracias a ello, valoro la vida mucho más.