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Creando estilos de vida sanos

"Llevo 20 años preparándome para la pandemia de coronavirus"

El tener que lidiar con una fobia permanente significó que Peter Goffin estaba preparado para la pandemia de coronavirus. Sabía cómo seguir las reglas de higiene y tenía todas las facultades necesarias para evitar que sus ansiedades se salieran de control. Esta es su historia.

Estaba sentado en el piso de mi cocina, usando desinfectante para limpiar una bolsa de cereal, cuando tuve una revelación: he pasado casi 20 años practicando para la llegada de la pandemia de coronavirus.

Al comienzo de mi adolescencia fui diagnosticado con trastorno obsesivo- compulsivo (TOC).

Para cuando cumplí los 12, esas sensaciones se habían reducido, principalmente a preocupaciones sobre limpieza y contaminación, especialmente en torno a los fluidos corporales de otra gente: la saliva que escupen cuando hablan, los microbios que propagan cuando no se lavan las manos después de ir al baño, y todas las bacterias peligrosas que me imaginaba acechándome.

Finalmente, mi familia se dio cuenta de que trataba de evitar tocar cosas como picaportes, interruptores de luz, y que me lavaba las manos hasta que me quedaban rojas.

Tuve la suerte de tener padres tolerantes y compasivos, siempre dispuestos a prestar atención y que me ayudaron a transitar el usualmente confuso y burocrático sistema de salud para trastornos mental.

Empecé terapia y me recetaron antidepresivos, que tomo hasta hoy en día.

Estos tratamientos, y el mismo TOC, se volvieron parte de lo que yo consideraba mi vida normal. Pero interfirieron en mi adolescencia hasta entrados mis 20 años de manera grave.

Cuando regresaba a casa después de clases en la secundaria y universidad estaba más preocupado por lavarme los microbios del día que por estudiar.

Esos fueron días en los que me quedaba despierto toda la noche haciendo la lavandería o duchándome dos o tres veces porque no lograba estar "suficientemente limpio".

Mantuve la distancia con muchos amigos, en parte por el miedo a la contaminación -pero más porque temía que descubrieran que yo era distinto a ellos.

Nuevos desafíos

En los últimos cinco años, he podido mantener mis ansiedades de TOC más o menos bajo control.

Me he vuelto más aplicado al enfrentar y luchar contra mis temores. Me esfuerzo por diferenciar entre preocupaciones útiles y las que son innecesarias o exageradas.

Me he beneficiado mucho de tener una pareja paciente y comprensiva, que me obliga a tomar responsabilidad cuando más lo necesito.

De manera anecdótica, muchas personas como yo con ansiedad ante los microbios dicen experimentar menos preocupación durante esta pandemia.

Quizás sea porque otras personas han adoptado su visión del mundo y están tomando las mismas precauciones y también están aprendiendo cómo manejar el estrés intenso de manera cotidiana.

Eso me ha pasado a mí, hasta cierto punto. Pero la pandemia también me ha presentado -o resucitado- otros desafíos particulares.

Las advertencias de los servicios públicos de salud han reforzado el mensaje de que los microbios se transmiten fácilmente de persona a persona, aun cuando nos cruzamos en la calle.

Las instrucciones sobre cómo lavarnos las manos me han hecho considerar varias veces si las tenía realmente limpias. Y la compra del mercado ha presentado uno de los grandes problemas recurrentes de mi vida.

Aunque es un desperdicio, siempre he preferido alimentos empacados en lugar de los sueltos que pueden haber sido manoseados por otros. Pero más allá de eso, me preocupo relativamente poco de mi alimentación.

En medio del coronavirus, sin embargo, he revertido a la precaución extrema que practicaba durante el punto más severo de mis problemas mentales, hace como una década.

Ahora, cuando traigo mercadería a casa, pongo todo en un pequeño rincón de mi apartamento, de la misma manera en que apartaría con cuidado un par de zapatos después de pisar un pedazo de chicle desechado. Me lavo las manos. Aparto cualquier cosa suelta que se salga del empaque protector -confiado en que está suficientemente limpia.

Luego, metódicamente, limpio el resto de los artículos con un desinfectante o jabón de lavar y agua, colocando lo que está lavado en un nuevo grupo. Me lavo las manos otra vez y pongo lo que compré en la despensa o el refrigerador.

Ninguno de estos son hábitos nuevos, pero pensé que ya los había superado para siempre. 

No soy el único que está sufriendo nuevos o más intensos problemas de salud mental.

En todo el mundo, las líneas telefónicas que atienden crisis reportan de un drástico aumento en llamadas desde que empezó la pandemia.