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Creando estilos de vida sanos

"Llevo 10 aƱos en consumo, es estar esclavizado"

"Con la heroína empecé porque un noviecito que yo tenía se fue a trabajar en verano con los papás que tenían una gasolinera y me llevó donde sus amigos y me dijo: 'Diana, va a haber muchas drogas, por favor no pidas ni recibas nada'. Pero, pues ¡a quién le dice! Yo fui la que quise y yo fui la que la probé, yo fui la que busqué.".

Diana se frena. Mira la grabadora.

—¿Sí está grabando? -susurra.

—Tranquila, sí, sí, sí- le respondo.

—¿No quieres revisar? -quiere estar segura de que sus palabras están quedando registradas.

—No, no, no.

Se conforma, creo. Seguimos.

"La primera impresión fue de somnolencia, como estar adormilada todo el tiempo, no me gustó la experiencia".

Se detiene otra vez.

¿Estás cómodo? -el entorno, otros estímulos, la distraen de tanto en tanto.

—Sí, solo apoyando la cabeza en el árbol -estamos en un banco de una plaza.

"No me gustó, porque era ahí todo como dormida, me preguntaba qué es esto tan jarto (pesado, aburrido), ¿sabes?. Al principio yo lo sentí como un porro agrandado, pero sin el enchonche".

—¿Enchonche?

—Como la modorra que te da así de quedarte… —hace como que se deja caer un poco de lado—. No me gustó, al principio no me gustó.

Pero al día siguiente volvió a probar; esta vez speedball, que es heroína mezclada con cocaína.

"Ahí ya le cogí el gusto", dice. "Si yo no hubiera probado al otro día el speedball con coca, yo no sería heroinómana. A mí no me gustó al principio".

De acuerdo con el Ministerio de Salud de Colombia se ha registrado un aumento progresivo en las personas consumidoras de opioides (la heroína es el principal) en el país.

"Ese daño colateral que se hace a los familiares, no es que uno lo haga de malo, lástima, pero es que uno lo está pasando muy bien mientras ellos la están pasando mal", dice Diana respecto al impacto que su consumo tiene sobre sus seres queridos.

En el parque empieza a hablar de lo duro, de lo malo, de las consecuencias de haberse enganchado.

"Yo llevo diez años en consumo, durante los cuales todo lo que me entraba en dinero era para gastármelo ahí. De un trabajo serio en una óptica que estuve me quedaron debiendo tres millones (de pesos colombianos, hoy unos US$1.000)".

"Así como me los dieron me los fumé. Entonces todo lo que entra es para eso. Es estar esclavizado, es someterse al dealer, al jíbaro". Un jíbaro, me explica, es alguien que se abusa, maltrata, se aprovecha, de los consumidores; el dealer no.

"Hoy te metes y mañana tu cuerpo te va a decir: 'Deme lo que me dio ayer'. Y tu le vas a decir: 'No'. Entonces tu cuerpo te empieza, a mí, con dolor en la cintura terrible, que es como el período, parecido, hay chicos que les da vómito, fiebre, dolor en los huesos, dormir es muy difícil".

"Yo considero que soy fuerte físicamente. El síndrome es de atacar tanto física como psicológicamente. Yo creo que soy fuerte físicamente, me aguanto el dolor, me aguanto las náuseas, pero me ataca la mente".

Se distrae de nuevo.

—¿Estás cómodo, Natalio?

—Sí, sí. Estoy bien.

Sigue: "Llega un momento en que tu estás limpio y en ese momento te inyectas o fumas o inhalas y en ese momento estás sintiendo el placer. Pero si ya llevas un mes, dos meses, ya es para apaciguar el dolor, para que no te de mono. ¿Qué pasa? Con la heroína tu hoy te metes 5 miligramos, mañana te tienes que meter 6, pasado mañana 7, ir subiendo. Y un heroinómano tampoco tiene toda la plata para ir subiendo, sino solo se consume para no enfermarse".