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Creando estilos de vida sanos

Recuperación de la adicción a la cocaína: "Mi consejero me hizo ver la realidad".

Comencé mi recuperación de la adicción a la cocaína el 24 de noviembre del año pasado. Me inicié en la cocaína cuando iba a fiestas; al principio lo hacía para divertirme, pero después seguí drogándome porque me daba energía y me hacía sentir fuerte y segura. Me hacía sentir bien por dentro, pero me hacía actuar como una verdadera idiota en los ojos de los demás aunque yo no me daba cuenta. Comencé a ponerme irritable e impaciente, a pelearme con mis amigos sin ningún motivo válido. De esa manera terminé dos noviazgos y perdí a mi mejor amiga.

La pérdida de esa amiga finalmente hizo que me detuviera y observara el lío en que se había convertido mi vida. Llamé a una línea permanente de crisis y me hicieron una cita con un centro local de consejería para mujeres.

El centro me ayudó mucho. Me hablaron de las reuniones de Narcóticos Anónimos. Me ayudaron con los síntomas de abstinencia cuando comencé a dejar la cocaína. Me llevaron a un chequeo con un médico para asegurar que mi cuerpo estaba funcionando bien después del abuso y la abstinencia de cocaína. Me presentaron a una consejera sobre drogas que estaba a cargo de grupos de apoyo y se reunía con la gente en forma individual.

Las reuniones individuales fueron lo que más me sirvió. Durante unos meses me reuní con mi consejera una o dos veces por semana. Ahora hablo con ella dos veces por mes para contarle cómo me va.

El apoyo psicológico de la consejera me permitió verme de una manera nueva. Me di cuenta de que quería drogarme porque no me sentía bien conmigo misma. Cuando estaba triste o enojada, trataba de borrar esos sentimientos con cocaína. Mi consejera me ayudó a reconocer los momentos en que estoy estresada y a hacer cosas que me ayuden a sentirme mejor. Me habló de cuatro situaciones que aumentan el riesgo de recaer en la droga: tener hambre, estar enojado, sentirse solitario o estar cansado. Cuando sentimos cualquiera de esas cosas, el peligro de recaer en la droga es mayor porque pensamos que al drogarnos nos sentiremos mejor. Lo mejor en esos casos es detenerse: dejar de hacer lo que estás haciendo y ocuparte de ti inmediatamente: comer algo, desahogarte, descansar un rato o buscar a alguien con quien hablar.

Una vez recaí en la droga, fue cuando me crucé con quien me vendía la droga antes. "Fue solo un accidente", le dije a mi consejera. "Me lo crucé cuando iba a la tienda". Pero mi consejera vio que yo me estaba negando a ver lo que realmente estaba sucediendo y me hizo ver la realidad. "¿Por qué fuiste a la tienda en su vecindario", me preguntó. Me di cuenta de que había ido hasta allí para tentarme a consumir droga. Ahora sé que es mejor no ir más por esa zona.