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Creando estilos de vida sanos

La cuarentena de las personas con espectro autista: "Mi hijo está como un hámster dando vueltas en una rueda"

Desde el balcón, Amador, de cinco años, es capaz de nombrar la marca de todos los coches aparcados en su calle. Los lleva viendo más de una semana y, a ratos, su madre tiene la tentación de salir a dar una vuelta con él. Ahora puede hacerlo de forma legal: tiene preparado su certificado de discapacidad y una fotocopia de la instrucción del Ministerio de Sanidad que concreta las excepciones a la prohibición de salir. Nombra expresamente a “personas con diagnóstico de espectro autista y conductas disruptivas”.

Esta mañana Amador, con un trastorno del espectro del autismo (TEA), está cansado y Carmen, su madre, se guarda el comodín para cuando la situación sea límite. “Es una medida que favorece a los niños autistas sin perjudicar a nadie y por supuesto no lo vamos a usar para estar todo el día por la calle. Vivimos en León y hay mucha población mayor, esto no es ninguna broma” dice pidiendo “responsabilidad” a todos. Y eso que reconoce que a ratos su hijo “está como un hámster dando vueltas en una rueda”.

Le pasa a Jorge, que a sus 37 años explica su relación con el mundo en dos palabras: “Soy asperger”. Quedarse en casa ha aumentado su nerviosismo y su tristeza: “Siento a veces que el espacio se me hace pequeño, tengo la sensación de que la casa es más pequeña que antes”.

Autismo España celebra que se permita a las personas con TEA pasear con un acompañante si lo necesitan y tomando precauciones. Un respiro que no soluciona los problemas que el coronavirus trae a un colectivo “muy vulnerable”. Material de protección para sus cuidadores, y un protocolo de atención médica específica son las más urgentes.

 Chechu, de 12 años, sigue su clase de piano en streaming. Mantener su rutina es esencial para las personas con TEA.

Necesitan rutinas

Chechu siempre va elegante a sus clases de piano. La de este viernes la ha dado en streaming, pero se ha vestido igualmente para la ocasión. “¡Le ha dado una alegría ver a su profe!”, nos cuenta su padre, Salva. “A él sus amigos del cole, la clase de piano, jugar al fútbol… Le da la vida”. Su mundo ahora está patas arriba y “lo expresa llorando. Está triste, nervioso, retraído, no habla tanto como antes…”.
 

“Las personas con TEA tienen inflexibilidad de pensamiento y de comportamiento. Necesitan saber qué va a pasar, que las cosas sean siempre igual. El impacto del confinamiento es mayor porque les cuesta mucho adaptarse a los cambios y se les han roto todos los esquemas”, explica Ruth Vidriales directora técnica de Autismo España y psicóloga.

Además, la mayoría de estas personas reciben muchas horas de terapia semanales que ahora se han visto interrumpidas.

Poder dar un paseo puede evitar situaciones extremas en los domicilios: “Hay personas con TEA con dificultades importantes de autorregulación, pueden poner en riesgo su integridad física y la de su familia”, nos dice Ruth.