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Creando estilos de vida sanos

Fui al Desierto de Sonora, exprimí un sapo y me lo fumé

Parado sobre la arena de Isla Tiburo?n, Sonora, mirando directamente al sol arriba de mi?, escuche? al doctor Octavio Rettig decirme al oi?do en voz baja: "Exhala y saca todo el aire". Asi? lo hice. Vacie? mis pulmones ahi? mismo mientras el Abuelo Pancho, uno de los sabios de la comunidad seri, cantaba una cancio?n en su lengua materna. "Ahora respira", dijo el doctor acerca?ndome la pipa de vidrio con 5-MEO-DMT a la boca. El humo color gris, que es de los ma?s densos que he respirado, lleno? mi boca con su particular sabor fuerte y amargo. "Respira... respira, ya es el u?ltimo jalo?n", dijo Octavio mientras el humo llenaba ra?pidamente mis pulmones. Todo a mi alrededor se sacudio? y ahi?, con el Golfo de California a mis espaldas, todo se volvio? negro.

El doctor Octavio, cofundador de la primera fundacio?n encargada de proteger el legado del Bufo Alvarius, es un me?dico cirujano tapati?o que ha estudiado a este sapo durante ma?s de ocho an?os y ha llevado la medicina —como e?l llama al 5-MEO- DMT— alrededor del mundo, protegiendo al sapo en conjunto con la comunidad seri. Ha dado más de cinco mil sesiones medicinales con la sustancia extraída del sapo. Adema?s de haber escrito el libro Bufo Alvarius: El sapo del amanecer, viaja por el mundo dando conferencias sobre esta sustancia. Octavio seri?a nuestro gui?a a trave?s de nuestra bu?squeda del sapo y no teni?a tiempo que perder. Despue?s de una llamada para darle nuestra ubicacio?n, sugirio? que comenza?ramos esa misma noche.

En algu?n lugar del Desierto de Sonora, vimos a nuestra derecha un expendio de cerveza con un gran letrero luminoso. "Aqui? seguro hay sapos", grito? Octavio mientras se estaciono? bruscamente en la cuneta al lado del camino. Los sapos salen esta temporada en busca de alimento, por lo que es comu?n encontrarlos cerca de faros de luz comiendo mosquitos o algu?n otro insecto.

Cerca de la u?nica tiendita que hay en Punta Chueca se nos acerco? Raymundo, un seri que fue adicto al cristal y que, gracias a la medicina, como tambie?n e?l llama al 5-MEO-DMT, dejo? su adiccio?n. Ray, una de las personas ma?s alegres que he conocido, pregunto? si trai?amos medicina . Octavio le ofrecio? una sesio?n en la playa y Raymundo de inmediato acepto?. Caminamos hacia la playa. Cuando llegamos, el Abuelo Pancho comenzo? a hacer una pequen?a ceremonia para ahuyentar a los malos espi?ritus, mientras Octavio sacaba una pipa de vidrio, de esas que se usan para quemar cristal, una campana tibetana y una sonaja.

Octavio y el Abuelo comenzaron a cantar en seri y Ray estaba parado frente a ellos esperando recibir su dosis medicinal. Octavio se acerco a e?l y lo hizo respirar de la pipeta de cristal. La boca de Raymundo se lleno? de humo y despue?s el humo paso? a sus pulmones. Aguanto? el humo mientras yo lo vei?a con los ojos completamente abiertos, despue?s salio? una nube blanca de su boca y se dibujo? una sonrisa enorme en ella, deja?ndome ver todos sus dientes. "Felicidad, ¡felicidad!", fue lo u?ltimo que grito? Ray, con los brazos completamente extendidos, antes de dejarse caer en la arena. Tendido ahi?, comenzo? a retorcerse, estirando los brazos y las piernas, despue?s dobla?ndolos con los ojos en blanco y la sonrisa en su boca. Octavio y el abuelo segui?an cantando, yo segui?a mirando.

Minutos despue?s, Raymundo volvio? en si?, se puso de pie y grito? con los brazos abiertos: "¡Como nuevo!" y comenzo? a caminar por la arena, bailando y cantando. Se quito? la playera y se sumergio? en el mar. Ahi? nado? un rato, mientras yo lo vei?a divertido. Minutos despue?s salio? del agua y camino? hacia mi?.

—¿Co?mo estuvo?—, pregunte?.

—Esto no se platica, hermano, es algo que no se puede explicar, esto lo tienes que vivir. ¡Hazlo!— contesto? Ray.

—El Abuelo me llevara? man?ana a la isla, ahi? lo hare?.

—No, esto tienes que hacerlo ahorita. Tienes que vivir el momento, mira el cielo, el atardecer, el mar, todo es perfecto. No tengas miedo, eso es lo peor que puede hacer una persona, tener miedo. Hazlo.

Mi cuerpo comenzo? a erizarse. Fue como si los poros de mi cuerpo se abrieran y la luz del sol me atravesara por todos lados. Era un orgasmo interminable. Toda la sensacio?n era de bienestar. Esta experiencia era mucho ma?s fuerte que la anterior, por mucho. No se? cua?nto tiempo habi?a pasado cuando mis piernas comenzaron a temblar y a sentir mucho miedo. Mi cuerpo se torcio? hacia atra?s, incluyendo mi cabeza. Senti? las palmadas del Abuelo en mi pecho. Se acerco? a mi oi?do y susurro?: "En estos momentos te soplan los cuatro vientos del globo terra?queo. Todos ellos son vida, salud y bienestar para ti; para que adquieras un conocimiento superior. Nada ni nadie te lo va a poder quitar porque esto es un don, un regalo para ti, por el resto de tu vida", y de inmediato una sensacio?n de tranquilidad invadio? mi cuerpo.