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Creando estilos de vida sanos

"Nomás no le vendí el alma al diablo porque no lo encontré": Testimonios de adictos a drogas, porno y alcohol

Vivo en Cancún. Fumo piedra y veo porno. El porno me relaja. Puedo masturbarme hasta cuatro veces al día. Puedo pasar la noche entera viendo a mujeres que se las cogen por el culo o que tienen la cara llena de semen. En mi departamento a veces ponía porno para escucharlo mientras lavaba los platos o cocinaba. En el trabajo en ocasiones dejaba lo que estaba haciendo para meterme al baño a masturbarme mirando porno en mi celular; sino lo hacía me ponía ansioso.

Apenas la fumas, la piedra te da un cosquilleo que te corre de la punta  de los pies hasta la cabeza; entra dentro de ti una tranquilidad, una paz interior que hace que se te olviden los problemas, como si estuvieras en las nubes. No quería dejar la piedra, pero ya no me drogaba como gente "normal". Comencé a quedarme sin trabajo, sin dinero, me fui alejando de mi familia. Por ejemplo, no visité a mi mamá ni a mis hijas esta última navidad; no fui a cenar con ellas el 24 de diciembre; inventé que tenía que trabajar. Siempre he chambeado en el área de hotelería y turismo, pero esa vez fue mentira. Me quedé en mi casa, en el internet viendo pornografía toda la noche; tomando ron y metiéndome cocaína. Otras navidades y año nuevos también periqueaba, tomaba whisky y pedía alguna mujer por teléfono. No me gusta preferir fumar piedra a convivir con mi familia, pero, ¿qué hago? Es lo único que me divierte, todo lo demás me deprime.

El ambiente de los teibols  me gusta . Voy a ver el show, pero antes fumo mucha piedra para andar acelerado con las putas; platicando y riendo, invitándoles un pase de coca, metiéndome unas rayotas en sus tetas. 

Puedes ver que los cuatro dientes de arriba se me cayeron. Fue por fumar piedra, por eso estoy molacho. Cuando lo pienso me da coraje.

"Todo lo tengo invertido en mi destrucción y lo voy logrando", le decía a mis compañeros de trabajo cuando me criticaban por mi adicción o se burlaban de mi boca. Hacía como que me valía madre, pero por dentro sentía mucho coraje y vergüenza de no tener dientes por drogarme.

Este año he estado en dos anexos. Llevo 25 años fumando piedra. Tenía cinco meses sin fumar, pero recaí en estas fechas navideñas. Tengo 50 años. Soy enfermo drogadicto. Me dicen Memo.