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Te hablamos de las adicciones
  • ADICCIÓN A INTERNET ¿CUÁNTAS HORAS SUPONEN UN CONSUMO DE RIESGO?

02 de septiembre del 2020

Boris C. Rodríguez-Martín PhD

DIMENSIONES DE LA ADICCIÓN A INTERNET


La adicción a Internet puede ser definida como una forma extrema en la que se manifiesta este fenómeno. Es un problema del control de los impulsos, que se caracteriza por la incapacidad de abstenerse o moderar su uso. Como cualquier otra adicción, afecta diversas áreas del desempeño vital del individuo como amistades, pareja, familia o trabajo.

En el párrafo anterior hacía referencia a las áreas de desempeño vital afectadas por el uso compulsivo de Internet. Sin embargo, entender cómo se agrupan estas dificultades para un tipo de consumo puede variar entre diferentes sustancias o comportamientos. Un estudio publicado el pasado diciembre en BMC Psychiatry reveló una agrupación en tres dimensiones fundamentales:

  1. 1.- Preocupación emocional y cognitiva por el acceso a Internet.
  1. 2.- Descuido del trabajo (estudios) y falta de autocontrol.
  1. 3.- Problemas sociales.

 

Sin lugar a dudas, es la preocupación emocional y cognitiva la que mayor peso tiene a la hora de determinar el uso problemático de Internet, sin embargo las dos restantes permiten establecer diferencias de género. En el caso de las chicas, elevadas puntuaciones en la primera dimensión tendían a combinarse con puntuaciones más elevadas en el descuido del trabajo y falta de autocontrol, mientras que para los chicos la combinación se establecía con los problemas sociales.

 

RASGOS DE PERSONALIDAD ASOCIADOS

Los resultados de un estudio publicado en 2019 en Behaviour and Information Technology permitieron establecer una asociación negativa entre el uso de Internet y determinados rasgos de personalidad. En este sentido, los rasgos de nuestra personalidad que más afectados se ven suelen ser la autoestima, la amabilidad, la conciencia, la apertura a las experiencias y la estabilidad emocional. 

No es de extrañar que la calidad de vida cae en picado cuando se observa un patrón de abuso de Internet. De hecho, otro estudio publicado en Technology in Society sugiere que en la medida que este patrón se cronifica, la felicidad y la calidad de vida disminuyen drásticamente. Ello puede ser debido a que el aumento de la presencia de emociones negativas ocurre de forma simultánea a la disminución de las positivas.

 

RESULTADOS EN MÁS DE 31 PAÍSES

Debo señalar que el uso de Internet se encuentra asociado a otras adicciones que implican su uso, como la adicción al sexojuegovideojuegos o compras. En este sentido, definir la prevalencia de este problema de forma global resulta un paso necesario.

En 2014 fue publicado en Cyberpsychology, Behavior and Social Networking, un estudio sobre el tema que recopila datos de más de 31 países. Los resultados obtenidos del análisis de datos de casi 100 mil personas muestran que, alrededor del 6% de la población cumple los criterios para su diagnóstico. 

Existen algunos indicadores presentes en aquellos países con mayor prevalencia de adicción a Internet:

 

  1. La percepción de una menor satisfacción con la vida.
  2. Mayor contaminación del aire en las ciudades.
  3. Mayor tiempo empleado en desplazamientos.
  4. Menor renta per cápita nacional.

 

¿UN PROBLEMA PARA LOS JÓVENES?

Numerosos estudios tienden a coincidir en que la mayoría de los usuarios de Internet son los adolescentes y jóvenes. Los estudios epidemiológicos sugieren que la prevalencia de un uso compulsivo puede variar en dependencia de la región geográfica, por ejemplo en Asia podría superar el 30%, en Europa podría alcanzar el 20% y en los EEUU ronda el 10% de los adolescentes y jóvenes. Por tanto, el análisis de los factores individuales que pueden llevar a una persona a desarrollar este problema deben ser estudiados.

Con relación a los factores individuales, un meta-análisis publicado en 2017 el International Journal of Adolescence and Youth revisó 29 estudios con adolescentes y jóvenes. Se encontró que determinados rasgos de personalidad como una elevada extroversión y neuroticismo reforzaban el uso problemático de Internet a través del tiempo. También se relacionaban con este problema alteraciones psicopatológicas como la fobia social, la depresión o el TDAH. Otro elemento que potencia el problema es crecer en un ambiente familiar disfuncional. 

Un estudio con más de 70.000 adolescentes coreanos, permitió establecer importantes diferencias del efecto del uso de Internet sobre la salud mental. Por ejemplo, el riesgo de desarrollar una relación problemática con la red se observó en chicos que pasan más de tres horas por día conectados y en chicas que pasaban más de dos. También se registró el uso de Internet como un medio de evasión, mayormente en adolescentes con un estatus socieconómico bajo o en situación social de exclusión.

También se observó que cuando se sobrepasaban las 4 horas por día durante los fines de semana, el reporte de problemas de salud mental se incrementaba considerablemente. Si bien los chicos tendían a desarrollar un marcado patrón de dependencia, en las chicas aumentaban la percepción de no sentirse felices, los reportes de estado de ánimo depresivo y estrés subjetivo severo. 

Estar conectados la mayor parte del tiempo puede afectar diversas áreas, pero el sueño es una de las que ha llamado la atención de los investigadores. En Sleep Medicine Reviews, se publicaba en 2019 una revisión de 23 estudios al respecto, con más de 35000 personas evaluadas.

El primer resultado que llama la atención es que una persona con un patrón de abuso de Internet tiene el doble de posibilidades de manifestar problemas con el sueño. Se pudo comprobar que estas personas tienden a dormir 15 minutos menos que sus contrapartes sin patrón de abuso. Este dato puede ser engañoso, si no se combina con el deterioro que se observa tanto en el descanso como en la calidad del sueño, que pasan factura sobre el desempeño diurno de estas personas. Los investigadores sugieren que no se debe revisar Internet o usar el móvil para ello antes de ir a dormir o estando en la cama. Muchas personas luego acuden al médico para que les prescriban fármacos para el sueño o directamente los compran en la farmacia, cuando solo deberían tener una adecuada higiene del sueño.