12 de agosto del 2020
Sara SR.
La violencia en el noviazgo entre adolescentes y jóvenes durante los últimos años se ha convertido, desgraciadamente, en un problema social con graves consecuencias a nivel individual y social. En varios estudios realizados en diferentes países se ha comprobado que el maltrato, en general (verbal, psicológico, físico, sexual, etc) se da en chavales entre 16 y 24 años en un porcentaje más alto que en otras franjas de edad (entre el 18 y 33%).
Son muchos los casos de jóvenes que afirman "mi pareja me hace sentir mal cuando se enfada". Esta situación reflejaría un tipo de maltrato, el psicológico, aparentemente invisible pero que con terribles consecuencias psicológicas en la víctima y que sirve de precedente, en muchos casos, para la legitimación de otras conductas de maltrato. Aquí puedes ver cómo detectar el maltrato psicológico en la pareja.
Los factores de riesgo que sirven como caldo de cultivo para que tanto agresor como víctima acaben identificándose con dichos roles derivan del sistema capitalista y patriarcal actual en donde las necesidades y valores esencialmente humanos han sido sustituidos por artificialidades y engaños que nos llenan de frustración y agresividad/indefensión y que acaban provocando situaciones de discriminación y maltrato. Los valores que alimenta este tipo de sociedad y que promueven esta situación de maltrato entre los jóvenes son:
Todos los factores anteriormente mencionados se relacionan entre sí provocando interacciones sociales des-ajustadas y, en el caso concreto que estamos tratando, relaciones de pareja irrespetuosas. Algunos ejemplos claros que evidencian las faltas de respeto en la pareja son los siguientes:
Los motivos por los que una persona puede tratar mal a su pareja y, igualmente, una persona se deja tratar mal por su pareja tienen, como comentábamos anteriormente, un sustrato socio-cultural muy importante. Resultado de ello, se desarrollan dos tipos de patrones de personalidad con características muy particulares que serán posibles precursoras de generar estas situaciones de maltrato.
En el caso del agresor, se trata de personas con las siguientes características:
Con respecto a la víctima, hablaríamos de:
Si bien no todos los casos se corresponden con dichos patrones conductuales (ni en víctimas ni en agresores), dichos aspectos pueden servir como diagnóstico del nivel de abuso en una relación de pareja para, a partir de ahí, tomar medidas de intervención al respecto.
Desgraciademente, en tanto que estas relaciones de pareja dis-funcionales pueden ser resultado de estructuras de personalidad con carencias emocionales gestadas en su origen por nuestro sistema social, muchos aspectos de estas interacciones son normalizados por los miembros de la propia pareja (agresor y/o víctima) o, incluso, por su entorno social inmediato.
Sin embargo, atendiendo a los aspectos anteriormente mencionados de falta de respeto en la pareja, cuando estos factores se den, es necesario intervenir rápidamente para modificar la situación o, en caso de no ser posible, poner fin a la relación. Las medidas más convenientes para invertir la situación de maltrato serían:
El trabajo en el desarrollo de la inteligencia emocional se utiliza como una herramienta de prevención (y para frenar) el abuso emocional en pareja. En este sentido, las áreas más importantes a trabajar serían: